Será esta mi última entrada de presentación. Quienes lo deseen, deberán seguir leyéndome, aunque, por supuesto, en ese caso, motivadas por un deseo, la lectura no debería resultar tediosa. Tal vez, crean que una segunda presentación pueda responder a cierta vanidad o egocentrismo, quizás la afirmación tenga algo de verdad, pero, sinceramente, no es mi intención, al menos, conciente. Sino que, considerando que me dedicaré a comentar libros, me siento casi en la obligación de recomendarles a quien considero mi autor de cabecera, el profeta de mis lecturas que ocupa un lugar privilegiado dentro del caos reinante de la biblioteca de casa.
Si bien siempre lo recuerdo, dada la condición recién mencionada, hace un rato, en esta tarde helada de sábado, haciendo un poco de nada, he recorrido la agenda de contactos de mi móvil. Pésima idea, por supuesto, sobre todo, cuando estás sola y la perspectiva no resulta demasiado alentadora. Insisto, pésima idea, entre esos teléfonos, uno, claro, se me apareció como la manzana prohibida para Eva en la narración del Génesis. Ahí estaban los números y con ellos, casi inmediatamente, el deseo de marcarlos. Siendo mujeres, no necesito relatar lo siguiente, es decir, el llamado fracasado en mal momento y el consecuente cargo de conciencia.
Fue al culminar el patético llamado cuando recordé una de las tantas frases de Javier Marías en su libro “Mañana en la batalla piensa en mí”. Como es costumbre de tanta gente, mía también, suelo subrayar ciertas frases cuando leo (a veces creo que de tanto subrayar, debería adoptar el criterio opuesto y marcar sólo aquello que no me interesa, es decir, lo menos, ahorraría así muchísimas energías y tinta, si estuviera en plan de ahorro) y las palabras que recordé describían exactamente la sensación anterior a la frustrada conversación.
Javier Marías (si, es el hijo de Julián, aunque con un estilo muy distinto) en esas líneas dice lo siguiente: “...es difícil resistirse a llamar por teléfono cuando se ha considerado hacerlo, como conseguir un número siempre tienta a hacer uso de él al instante...”, habrá quienes se sientan identificadas (es mi caso) y otras tantas que no. No es el motivo de este texto comentar la frase, sino, utilizarla como excusa para que presentarles a mi querídisimo Javier Marías, un autor que escribe novelas y algunos ensayos, español, no tan conocido en Argentina, pero sí reconocido en el mundo de la literatura.
A mi juicio, sus libros son lo que he dado en llamar “ensayos novelados”, es decir, historias que justifican pensamientos y laberintos de ideas de los protagonistas, personajes que parecieran repetirse a lo largo de sus libros, que guardan personalidades similares y que se van citando de un relato a otro, aunque en nada se relacionen. Pensamientos profundos y superficiales. Descripciones para llorar de risa, ironías y una especie de escepticismo encantador dominan las páginas de sus obras.
En el caso de que se tentaran con la lectura, aconsejaría comenzar con “Corazón tan blanco”, que relata una historia basada sobre la idea de que cuando uno sabe, ya no puede dejar de saber, con todas las consecuencias que implica. “Mañana en la batalla piensa en mí” resulta otra interesante opción que cuenta las pericias de un hombre que vive la extraña experiencia de que su amante se muera en la cama antes de “tener sexo” por primera vez, con el agravante de que él debe escapar de la casa de la muerta, entre otras cosas, porque es casada. Termino ahora, luego de esta presentación, con el firme propósito de releer parte de esa historia, más que nada, para evitar nuevos catastróficos llamados....
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