Comienza hoy (quizás mañana cuando decida que este texto resulta medianamente presentable en sociedad) mi participación en Gesto. Y aunque considero que todavía no he alcanzado siquiera a hojear los 1001 libros que se deben leer antes de morir, ni tampoco he visto las 1001 películas, ni menos aún he escuchado los 1001 discos (espero vivir lo suficiente como para actualizar sobre la cultura contemporánea a quienes me encuentre del otro lado, si es que lo hay), me dedicaré a comentar algo del fascinante mundo de la literatura. Intentaré no caer en listas arbitrarias, sino que trataré de transmitirles aquello que convierte a la lectura, al menos para mí, en una inmensa fuente de experiencias, definiciones, conceptos y sensaciones que suelen identificarme. Desde ya, lamento y pido disculpas por los muchos ejemplos personales que mencionaré en estas líneas, la razón es sencilla, soy la persona que tengo más a mano.
Una vez aclarado, con ciertos límites difusos, nuestro pacto de lectura quisiera referirme en esta ocasión, ya que estoy comenzando, a la difícil tarea de comenzar. No crean que estas palabras surgieron espontáneamente, sino que son fruto de pensamientos y frases escritas robadas al tiempo del viaje en tren, del trabajo, de la ducha, del cigarrillo antes de dormir... Pensaba, vuelvo del laberinto de ideas (que a pocas les interesará la rutina de mis días), en el esfuerzo que implica iniciar cualquier tarea, en ese primer empuje y constancia de empezar, incluso aquello que nos gusta. Concretamente, y porque escribo sobre literatura, meditaba sobre lo que cuesta comenzar una lectura.
Muchas pensarán que una novela, por ejemplo, es una puerta abierta que invita a vivir y sentir vidas ajenas (lo es) y que, en ese caso, no podría resultar nunca costoso, incluso, sacrificado, exagerando los términos, su inicio. Sin embargo, a excepción de las novelas rosas que, por lo general, siguen argumentos y estilos comerciales (no las critico, sólo las recomendaría como lectura de verano muy distendida), aprender a convivir con un libro cuesta, al menos, las primeras 20 páginas.
Que se trata de una historia nueva es cierto, pero al ser nueva, justamente, es difícil recordar personajes y situaciones. Recuerdo cuando me propuse completar parte de mi formación en literatura rusa. Me preguntaba en aquel momento, ¿cómo es posible que una misma persona pueda ser llamada con tres o más nombres diferentes? Resultaba imposible saber y reconocer a quiénes interactuaban en los diálogos, releía páginas y páginas para intentar comprender algo de la historia... Por suerte, y cuando estuve a punto de dejarme vencer por Anna Karennina, Los Hermanos Karamazov (son miles) o Crimen y Castigo, decidí, con paciencia y serenidad, confeccionar una lista de cada uno de los nombres y sus correspondientes variantes... quien se atreva con los rusos, no dude en solicitármela...
Sin embargo, y pesar del sacrificio que pueden implicar esas primeras páginas, una vez en confianza con el libro, ya algo gastado y con marcas personales, las historias y, seguramente muchos los proyectos emprendidos, suelen convertirse en apasionantes. Y sino, al menos en el caso de la lectura, siempre queda el derecho de abandonar un libro por la razón que consideremos válida sea cual fuere... Seguramente, muchas de ustedes lo habrán ejercido al leer estas líneas, aunque espero seguir encontrándolas...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Nunca más oportuna! A la díficil tarea de comenzar agrego el enorme placer que se siente cuando la cosa empieza a marchar. Es una sensación que tengo cuando sorteo los primeros pasos del libro y ya no puedo vivir sin saber que les pasa a mis personajes o es la misma sensacion que tengo ahora cuando veo que el blog comienza a funcionar :)
Confieso que abandone la lectura del post para retomarla más tarde... como a todos esos libros que guardo en mi biblioteca...que compre por el placer de leerlos pero que por no ser su tiempo aún esperan su turno!! Pero la sola idea de saber que están allí esperandome, y que son míos ya me tranquiliza... ya que se que en alguna noche de insomnio puedo saltar a ellos con toda libertad... y qué lindo empezar una novela nueva y más cuando esta nos atrapa tan fuerte.
Me parece una excelente analogía respecto de la vida!! Todo cuesta al empezar...pero, y como bien dice la autora.. lleva algo así como 20 páginas el aprender a convivir con ello.. y asi, de algún modo, también a disfrutarlo.
Si, es dificil empezar, pero me parece que mas dificil que empezar es seguir! La constancia.... Quizas no se aplique tanto a los libros (o si) pero mas al resto de la vida... El entusiasmo de lo nuevo dura poco, y luego viene la dispersion.... la busqueda de algo mas, algo nuevo... y lo anterior queda a medio camino. I CAN GET NO SATISFACTION, como diria el Gran Mick!
Publicar un comentario