La loca de la casa

Revisando el desorden de mi biblioteca, me reencontré con uno de esos libros escritos para nosotras. Podría decirse que es un ensayo, una novela, una autobiografía. O que no pertenece a ninguno de esos géneros. He tratado de privilegiar algunas de las líneas que marqué en su momento, hace ya casi cuatro años, pero me parecen todas tan geniales que no logro quedarme con ninguna.
Santa Teresa de Jesús, una mujer atormentada por las luchas entre su amor a Dios y sus continuas dudas y tiempos de oscuridad espiritual, solía decir que su imaginación tan creativa y extensa era una de las razones de sus permanentes complicaciones y sufrimientos, por eso, le gustaba llamarla, con un humor irónico e inteligente, “la loca de la casa”. Justamente, así se llama el libro que redescubrí junto con el resto de las obras que guardo de Rosa Montero.
Seguramente, la conocerán, una española dicharachera que ha publicado libros como “La hija del Caníbal” (ampliamente recomendable) o “Te trataré como una reina”. En este caso, Rosa Montero reflexiona sobre asuntos típicamente femeninos, esos con los que te identificás tanto que te confirman que las mujeres somos distintas de ellos, que el cuento de la construcción de los sexos es realmente un delirio.
Con una mezcla de literatura y de ridículos cuentos relatados en distintas versiones que te hacen reir mucho, la autora recomienda libros y narra, por ejemplo, que cuando era niña era enana o que tuvo un romance fallido con un famoso actor.
Les transcribo algunas frases geniales que he rescatado de las tantas que tiene. Es libro llevadero que se lee rápido sin ser frívolo o superficial. “Somos incapaces de soportar la vida sin entretenerla con fantasías”, “Ya digo, siempre cabe la duda sobre si lo haces tiene algún sentido. De ahí proviene en gran medida nuestra fragilidad”, “Si los hombres tuvieran el mes, la literatura universal estaría llena de metáforas de la sangre”, “Los humanos no nos permitimos otros delirios, pero sí el amoroso. La enajenación pasajera de la pasión es una chifladura socialmente aceptada”... y no sigo porque les transcribiría el libro entero.
Igualmente, para el final, quiero quedarme con unas palabras que dicen que “los humanos somos, por encima de todo, novelistas, autores de una única novela cuya escritura nos lleva toda la existencia y en la que nos reservamos el papel de protagonista”. Y quisiera agregar, aunque esté lejos de la altura de Rosa Montero, que en la vida no hay ensayos, que los actos no pueden editarse ni deshacerse, que vivimos en directo... que somos hacedoras de nuestro destino...